La realidad como show visual, de Marcelo Colussi – Reflexiones

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Según Marcelo Colussi «sólo repetimos lo que los hacedores de imágenes nos dicen. […] La realidad es el conjunto de símbolos que nos vienen prefabricados de los hacedores de fantasías, de las pantallas preferentemente. La realidad, entonces, va cobrando forma de espectáculo, de circo difundido en imágenes. Para decirlo con otro término actual: de show visual«.

Marcelo Colussi, escritor y politólogo argentino, es el autor del artículo de referencia de esta entrada; es psicólogo, licenciado en Filosofía, Catedrático universitario e investigador social. Ha escrito numerosos artículos y ensayos, muchos de los cuales han sido editados, de manera regular, en medios electrónicos. Este autor, altamente comprometido con los derechos humanos, se halla muy vinculado a la disciplina de las Ciencias Sociales.

En su artículo La realidad como show visual Marcelo Colussi pone de relieve la ausencia del sentido crítico de las audiencias, dada la realidad que los medios de comunicación de masas nos hacen llegar, algunas veces logrando estimular una ¿pequeña? sublevación en el ánimo de las personas y en la mayoría de los casos auspiciando riadas de emociones diversas en el espectador, el cual, lejos de llevar a cabo un consumo crítico de la información que recibe, se entrega a pie juntillas a esas sensaciones que le embargan. En palabras del profesor Ramón Ignacio Correa García, en su libro Imagen y control social: «Aparte de una industria, el cine o la televisión pueden ser una fábrica de sueños y esa fábrica de sueños se puede convertir, a su vez, en una fábrica de personalidad» (2011:19). En una sociedad que manifiesta una clara tendencia hacia la cultura de la imagen (como es la actual), «los mass media se empobrecen en términos de contenido crítico y empobrecen a las grandes mayorías con velocidad inversamente proporcional a su gigantismo», conforme a términos de Colussi. Esta es la razón por la que resulta tan necesario favorecer, ya desde las instituciones educativas, el desarrollo de la capacidad crítica de los sujetos, todavía en ciernes en su mayor parte. Aquí es donde entraría en juego el principal objetivo de la enseñanza de los medios, el cual no consiste en «formar futuros profesionales de la televisión, de la radio, de la prensa o de las tecnologías de la información sino ofrecer una disciplina que le permita (al sujeto) comprender críticamente el contexto audiovisual y digital en el que vive» (Aparici, 2005:86) (1); no obstante, en ocasiones los propios «docentes son mediadores en la conformación de un lector, un espectador o un mero consumidor de programas» (ibid, 90) (2). Queda bastante por hacer.

Pero volvamos al primer párrafo de esta entrada. Parece ser que estamos, hoy más que nunca, henchidos de información (relevante o no como posibilidad bifronte) y cabe decir que este hecho «si bien en un sentido habla de la democratización de los saberes que siglos o milenios atrás no tenía la humanidad, al mismo tiempo habla […] de una dependencia creciente de los mensajes que generan los grandes poderes globales». En este escenario, son los mass media los que, como si de un verdadero bombardeo se tratase, nos vienen arrojando todo tipo de información, de manera continuada y no precisamente sobre nuestras cabezas. Apuntan a la vista, conscientes de nuestra consabida capacidad para el «tanto ver y poco mirar» (Correa García, 2011:13); mientras que el término ‘ver’ implicaría el «puro acto de recepción sensorial» (Zunzunegui, 1992 -citado en Correa García, 2011:33), el término ‘mirar’ conllevaría «la captación inteligente del mundo» (ibídem). Esas bombas caen cargadas de una tácita influencia simbólica, ciertamente efectiva. Un oprobio en toda regla, máxime si tenemos en cuenta que su mensaje, el de los medios de comunicación de masas, ha venido forjando la realidad que el arbitrio de los poderosos tiene a bien configurar a tenor del momento (como bien se citó unas líneas más arriba), fundamentalmente con el fin de anestesiar a las masas, de distraerlas y, por ende, dominarlas.

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Panem et circenses (Juvenal). «El ‘pan y circo’ que lograron los romanos del Imperium […] no puede compararse con lo que van logrando los canales de comunicación actuales». Continúa Colussi: «La influencia del Coliseo con sus gladiadores […] no puede compararse a la penetración de las actuales tecnologías de los mass media«. No hay duda en que la versión mediática de la realidad «se ha ido transformando en una comedia». Y a este respecto, bien contemplaba Paulo Freire, en su obra Pedagogía del oprimido, que «Las élites dominadoras de la vieja Roma ya hablaban de la necesidad de dar a las masas ‘pan y circo’ para conquistarlas, ‘tranquilizarlas’ con la intención explícita de asegurar su paz. Las élites dominadoras de hoy, como las de todos los tiempos, continúan necesitando de la conquista […] con ‘pan y circo’ o sin ellos» (1975:126-127), entendiendo Freire por «conquista» la característica primera de la acción claramente antidialógica inmanente a todo dominador.

Quisiera finalizar con una cita textual del artículo que nos ocupa, dice así: «Si la realidad se reduce a sensaciones programadas y manipulación de la conciencia […] entonces triunfó la fantasía ramplona. Estaremos un poco más o menos ‘informados’, pero estaremos absolutamente más sometidos a los dictados de quienes fabrican esa realidad». Sigo echando de menos la recepción crítica y la práctica de la reflexión hoy en día, en mi entorno más cercano (y no tanto) y, con total sinceridad, en mí misma; he sido instruida en y desde la reproducción del sistema al que aluden Bourdieu y Passeron en su magnífica obra La reproducción, aunque mi empeño está firmemente puesto en la consecución de los mencionados aspectos, la reflexión y la crítica.

(1) (2) Fuente: roberto-aparici-medios-de-comunicacion-y-educacion